Lava, mezclada con arena.

 

Suelto las riendas

Y dirijo la horda hacia el paraíso

Con mi abrigo decorado por más de quinientos lirios

Con la pesadumbre de un líder que oculta lo sufrido

 

Rebotan las campanas y derrumban las paredes

La horda está inquieta, pero confía en mis deberes

Suelto un cañonazo con mi voz hacia los laureles hechos trizas

Que impiden el registro de mi cuerpo antes las redes de mentira

Entradas más populares de este blog

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Los dioses salvajes.

El Verbo se hizo carne