Apuntes sobre Power, Corruption & Lies, a 40 años de su lanzamiento.
Tras la muerte de Ian Curtis en 1980, el grupo
que supo ser Joy Division decidió continuar. No existía la voluntad ni la
fuerza para hacer otra cosa que no sea musical. Por eso es que tomaron la
decisión de no tocar ninguna canción perteneciente al repertorio original de la
banda, tendrían que escribir una serie de nuevas canciones y buscar un
reemplazo a aquella voz sombría y característica que supo retratar a la
perfección el clima de las calles Londinenses de finales de los años 70. Un
disco que vira entre los géneros del New Wave, el Synth Pop, el dance- rock y
las arrastradas influencias post punk. El público vio la luz del disco en las
bateas en mayo de 1983. Lanzado a través de Factory Records e incluido en la
lista de los mejores discos de los 80 hecha por la revista Rolling Stone
Empezar un recorrido por Power Corruption and
Lies pareciese ser una tarea casi que obligatoria si se quiere entender la
evolución de la música electrónica que muchos adjudican como los principales artificies
a los Kraftwerk. Y es que el uso de los sintetizadores y las máquinas de ritmos
prevalece como una respiración agitada a lo largo de las 8 canciones y los
cuarenta y dos minutos que tiene como duración el álbum. Un giro bien marcado
de esa atmosfera neblinosa y de malos augurios que cargaban los acordes de Joy
Division se desplazan a una producción más alterada, con breves y poderosos
destellos de luz si se quiere. Peter Saville diseñó la portada, un bodegón de
flores que se muestran en su mayor plenitud pero que demuestran estar cargando
un supuesto peso en sus columnas, tristes, encorvadas. Una reproducción de la
pintura ‘’A Basket of Roses’’ del francés Henri Fantin- Latour. Quizás un
pequeño homenaje a su amigo muerto tan solo tres años antes del suceso. Si bien
mantienen sus miembros fundacionales, hay caras que aparecen y desaparecen,
siendo la figura de Gillian Gilbert la que perdura en la formación ecléctica y
nerviosa que se hace llamar New Order, como una continuación de aquella polémica
nacida por el nombre Joy Division, aludiendo al putero clandestino aleman que había en
los campos de concentración y que llamó la atención del joven Curtis. New Order,
se animan a opinar algunos, es una nueva alusión al nazismo, cosa que a los
miembros del grupo electrónico jamás le importó aunque se encargaron de
desmentirlo en varias oportunidades.
Bernard Sumner en su libro ‘’New Order, Joy
Division y yo’’ habla seriamente sobre su fascinación con los sintetizadores y
los aspectos más electrónicos. La exploración musical de Sumner no se basaba
simplemente en líneas pegadizas encasillables dentro del género post punk, sino
que iba más allá, declarando que todos en la banda escuchaban los discos de los mencionados
Kraftwerk y que tenían en su cabeza el afán de incorporar esos estilos en las
canciones de Joy Division. El claro ejemplo está en la inagotable ‘’Love Will Tear Us Apart’’.
Hay una búsqueda clara, una banda que intenta
desatarse de los vendajes y que hurga en las ciudades, las giras agotadas y la
entrañable inspiración, algo que les permita dedicarse nuevamente a aquello que
tanta pasión le entregan.
Bernard Sumner se desenvuelve ejecutando en
este disco la guitarra, la voz, la melódica, sintetizadores y la programación
de los instrumentos. Gillian Gilbert ofrece el mismo papel tocando la guitarra,
los sintetizadores y como segunda encargada de la programación. Peter Hook en
las canciones cuatro y cinco fue el responsable del bajo y la percusión
programada. Dejando por último a Stephen Morris en batería y por supuesto en
sintetizadores y la programación.
‘’Age of Consent’’ abre con una línea de bajo
remarcable, seguida por una batería que marca el tiempo a su manera y una
guitarra que se desliza suavemente hasta estallar en un río de sonidos y la voz
de Sumner que parece estar descubriéndose, habiendo sido colocado como el
cantante del grupo por decisión más bien popular. Si queremos volver a
introducir el nombre de Ian Curtis, tendríamos que definirlo como un fantasma
que aún se torna presente en las grabaciones, estando más bien presente en los
aspectos liricos. Las preguntas existencialistas, metáforas que aluden a las
inseguridades y el amor como una espina en el dorsal. Si bien el bajo y las
guitarras pasadas por lluvias de efectos y pedales siguen merodeando el
espíritu de esta banda, ya no son las protagonistas y tampoco las remplaza un
instrumento en específico, sino que el conjunto en su totalidad se vuelve una
sola cosa, una sola forma de entender y de escuchar las canciones. ‘’We all
stand’’ sigue ese trazo melancólico con Sumner soltando ‘’There´s a soldier
waiting for me’’, una imagen poderosa que remite a tiempos pasados, aunque
sirve de antesala para la explosión electrónica que sufre ‘’The Village’’, con
su eufórico grito y acuosos sintetizadores que parecen desaliñarse de la
canción para tomar vida propia a lo lejos. Para pasar al momento instrumental
de ‘’5 8 6’’ que pareciese ser un juego que los integrantes decidieron insertar
en el disco como un acto de independencia. Los sonidos electrónicos que entran
y se desvanecen dejando una breve huella que advierte de su paso pero que no
retorna a la raíz. Para desvanecerse ni bien llegamos a un cuarto del camino en
una nueva explosión de música merecedora de tener su lugar en los clubs
nocturnos de Los Ángeles. Con una voz dulce, acordes que solo sugieren
luminosidad y una letra que habla de la carencia del sonido, la respiración y
los colores, solamente el silencio, saluda ‘’Your Silent Face’’, una canción
que se abre de entre las luces de neón permitiendo que el sol tiende sus
brazos, como si una persiana se levantase iluminando el living de la casa. Bajándose
nuevamente con ‘’Ultraviolence’’, devolviendo a la pista de baile o al movimiento
frenético que se mete sin permiso en las articulaciones nerviosas, con una
mezcla de baterías programadas y unos fills de bajo que descomprimen la tensión
de los teclados. Para cerrar con un moño gris plateado que se encarga de aportar un farol cálido a mitad de la calle, mi canción favorita del
disco ‘’Leave Me Alone’’. Dejando atrás del camino los sintetizadores, la
conjunción sonora y la independencia, volviendo a las guitarras despiertas y golpeadas a
grandes velocidades con la ayuda de la púa, el bajo pulsado señalizando las
islas de las que habla Sumner, el hi hat poderoso que persigue y vibra hasta
cansar. Un retorno, un saludo quizás, un momento permitido, una cruz que se va
junto al pedido de que simplemente nos dejen solos. Aunque sea por unos
instantes.