32.
"No le tengo miedo a las agujas" dijo el
poeta
Masacrando el plástico
Cuando el odio era bienvenido
Despertando la rabiosa indecencia
Se descerrajó una puerta escondida
Que había perdido de vista en la lúgubre estadía
Pude atravesarla
abrirme paso entre los sueños andrajosos
Crucé bordes sinuosos intentando alcanzar las
maravillas perdidas
Miré a mis costados
un plato
diáfano
Saltando
irisaba la puta
magia ilustrada
Dejando entre ver un circunloquio maligno
Cantado por un malevo y su acordeón de viento podrido.
Y no encontré lo que buscaba
Nauseabundas emociones de miel cristalizadas
Vi a un hombre en un local oscuro y polvoriento
Que observaba todo
sin poder decir nada.