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 trabajando en un bar uno conoce la desdicha

los laberintos

el sudor abrupto que emerge de los ojos

se amiga con los habitantes de la noche

conoce las piernas voluptuosas de la luna

acaricia las luces tenues que acompañan al ciclista


saborea la nostalgia y la sabiduría

cuando acaba el turno

y los ángeles hace rato dejaron de esperarlo en la puerta

aprende a escuchar

a manejarse solo y a la deriva

y valora a aquellos que están hechos de la madera mas dura y cristalina


conoce la soledad

vagabundea por las tardes queriendo recobrar

el camino torcido que lo lleve a san jamás

malabareando con la salud en curvas y con sombreros echados a volar


besa los labios y el desfase con el resto de la sociedad

crea una familia dejando otra atrás

sabe que lo esperan los números y las sirenas

los trajes y las quejas

cuando acaba el turno

y se abraza con aquello que lo alienta.


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