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Atravesamos un
extraño túnel fosforescente
Me peinaba
frente a un espejo roto
Con una salvaje
expresión alegre
Brotando de mis
ojos
Iba sentado al
lado del hermano occidental de la luna
Ávido ladrón de
licorerías
Por diversión,
necesidad
y experiencias
para contar
hundía su cabeza
en mi libreta
rascando
palabras con sus uñas mugrientas
la respiración
típica de un eximio del tabaco
y la ropa dos
talles más grandes asomándose por los codos
me alcanzaba la
botella de Drambuie,
el campo atrás
de las ventanas, infinito
coloreando con
lápices mojados
el incendio perfecto de nuestros hitos
un niño llora
otro ruido de
bolsas y galletas
alguna tos que
se escapa por los pasillos como enjambres de abejas
un cielo
despejado tratado por plástico y mentiras ajenas
alza la mano el
hermano perdido y sin hogar
juega con los
botones
enciende un
cigarro y lo apaga enseguida con la lengua
navega por
arroyos secos a la vez que suspira
como si eso
hiciera crecer al motor más de la cuenta
cuando me ceñí
hacia la izquierda
y me vi rodando
al costado de la carretera
con los ojos
almendrados
recordando en
breves destellos pasajeros
a mi tierra