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Largos aullidos en lo alto de la montaña

Como fotografías fijas en blanco y negro

Los suspiros de ella se sumaron al coro majestuoso

Y el tintineo de las horas eran un vals que sabíamos bailar a la perfección

 

Miraba hacia delante sin saber que buscaba

Irradiaba algo jeroglífico

Posada en el marco de madera de la ventana

Con la oscuridad detrás de ella

 

El cielo que comenzaba a ser un leve polvo azul

Soplaba un tímido viento contra la casa

Me sentía solo

Con las piernas cruzadas en el borde de la silla que se balanceaba

Como si tuviera vida

 

Con un beso logró calmar mi melancolía

Y me colgué de su mundo dispuesto a entregarle todo

A esos rulos que son ceniza entre mis dedos

Quise donarle mis años

Me volqué para no ver la superficie nunca mas

 

Todo iba a estar bien

Todo iba a claudicar

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