Dios casi me alcanzó.
Desperté nuevamente en el parque.
Un cometa sobrevolaba mi cuerpo arañado sobre
la tierra. La noche anterior la había disfrutado en el castillo de mi dama,
degustando finas escamas de peces e inhalando el dulce humo espeso del hachís.
- ‘’Haces las cosas que dejé hace años’’
- ‘’No, simplemente te prohibís estos gustos
por una breve temporada en el infierno.’’
- ‘’No todos vuelven de ahí, preciosa, yo fui
un afortunado un eximio en el arte del desenfreno, ¿sabes por qué? Porque supe
frenar.
Dio una gran calada a la pipa de porcelana y
exclamó, en el silencio de la sala real.
- ‘’Lame mis piernas, estoy en llamas.
Ahora estoy acá.
Dos pájaros brillantes beben de un manantial
de sangre oscura. Al costado esta su envase; un cuerpo estrellado al caer del
cielo color carbón. El banco tiene dos impactos de bala reluciendo en su
madera. Otro hombre duerme con los pantalones bajos mientras a diez metros otro
llora y vomita cenizas de una bomba destructora de pueblos.
¿Dónde estará ella, esta noche rodante y
majestuosa?
Zafo del delirio y de mi espanto fumando un
coronado doblado de estar tanto tiempo en el bolsillo de mi camisa azul. Me embriago
con su consistencia y recuerdo una melodía de Dylan, protegiéndome de las
campanas quebradas anunciando la medianoche y los trenes paralelos a ese parque,
arrastrando cientos de almas sumidas en una inconsciente vigilia. Debo estar a
mil leguas del castillo, donde quien sabe que podrá estar esperándome tras su
puerta, ese portón dorado separándome de mis sueños, mi nave de cristal.
Fumo y reposo atento a las onomatopeyas que
sueltan los correligionarios. Ya habrá tiempo de saber donde se esconde mi
libertad. Hay mil razones por las que no estoy llorando, hay millones más por
las que todavía no abandone esta nodriza forma de existir.
¿ya les hablé sobre mi dama y su castillo?
Otrora será mi suerte, ahora este es mi fruto,
nadie puede probarlo. Nadie puede bailar ahora con mi canción, es que es muy
solitario este parque. Pero una soledad enjaulada con aves enloquecidas
chirriando una melodía cálida que ahuyenta al rebaño.
Desconsolados audaces
Obreros del desamparo
Tan distintos a mi
Tan frustrantemente reveladores.
Dios casi me alcanzó esa noche, por suerte se
rindió y salió a buscar otros líos, más austeros y gobernables.
28/10/2023