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Nos acostumbramos a movernos lento

En el ritmo de la ciudad

Jugaba un poco con tus piernas y otro tanto con tu pelo

Distanciados por la mesa desequilibrada

En el rincón sombrío

de un café ajeno y plastificado

 

En el medio de este interminable baile

Me abrazaste con fuerza

Aprisionando mi alma en tus brazos tatuados

Y no me querías dejar ir

Cómo sabiendo cual era el inevitable fin

De este futuro y nostálgico cuento


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